lunes, diciembre 21, 2009

Insoportable

 Hoy viajaba en micro y me acordé de algo que me torturaba en las travesías automovilísticas de mi niñez. No podía concebir -sin llegar a un estado de irritación atroz- la idea de que todo el tendido eléctrico (miles y miles de cables sostenidos a los largo de miles y miles de kilómetros por un poste tras otro y otro más) alguna vez tuvo que ser hecho.
 Digo, en general me cuesta empezar a hacer algo: un apunte inamculado que pide que le de vueltas y vueltas y primero mire los títulos, cuándo fue impreso y cuántas páginas hay que leer y cuántas son dibujos antes de que pueda sentar el culo durante un rato; o bien una habitación, una casa, un bulo en estado postapocalíptico (Kosovo, para los amigos) que tendría que ser ajusticiado por una escoba y/o un trapo húmedo pero sólo después de ubicar en algún lugar objetos nómades que nunca encontraron ni encontrarán hogar definitivo ni razonable. Así que el mero hecho de imaginarme a mi misma frente a una camino rodeado de campo vacío (por lo menos la ruta ya está hecha -porque enfrentarme a eso tambien sería motivo para descompensarme y sufrir lo que se conoce como "patatús"-) para empezar a poner un postecito y colgarle un cablecito que después tendría que arrastrar hasta mi nuevo postecito... ahhhhhhhuhfuohfousdfgbsgg.
  Nono, no puedo con mi genio. Jamás en mi vida sería arquitecta o ingeniera. Esté libre mi destino de tener una hoja en blanco en frente sobre la que ENCIMA tenga que dibujar. No, señor.
 Una confidencia: nunca me divirtieron los Lego. Siempre dejaba que mis papás construyeran lo que estaba en el mapita y después lo contemplaba.

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